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Zumba dos veces la historia

Sobre “DIBUJOS MENTALES DE RAFAEL HASTINGS”, poemario de Rodrigo Vera

Zumba dos veces la historia
Tapa de "Dibujos mentales de Rafael Hastings" publicado por Pesapalabra en diciembre de 2018. Foto: LaPlebe.pe

¿Qué es el olvido? ¿Qué es una screenshot? En torno a estas dos cuestiones he organizado mi lectura de “Dibujos mentales de Rafael Hastings”, de Rodrigo Vera, poemario inserto en PESAPALABRA, boletín de poesía y crítica #02, aparecido en diciembre 2018.

Qué es el olvido

El olvido puede definirse en muchos sentidos como carencia. Puede ser la ausencia de registro, la falta de información, la imposibilidad de recuperar o elaborar un recuerdo. En la experiencia peruana reciente, olvido es un término cargado de dolor ético: se olvida la historia y sus errores, por eso, dicen los bienpensantes, los errores “se repiten”.

También decimos que algo “quedó en el olvido” como un señalamiento ante una resolución sin efecto, uno de esos pasmos usuales en la vida nacional. Llamamos “olvidados” a quienes no tienen la fuerza suficiente para hacerse visibles para quienes tienen el poder de nombrar y conceder. El olvido como desinterés.

En peruano el olvido es una denuncia, una postergación. Algo inaceptable. Suele perderse de vista su lugar en la higiene mental. Razonablemente, entre tanta injusticia y negación, nunca se atiende a su potencial político para generar una convivencia pública más amplia y temperada. El olvido está asociado irremediablemente a la impunidad. La consigna, que adhiero, es ni olvido, ni perdón.

El olvido tiene como condición necesaria el transcurrir del tiempo. Si nos instalamos en el tiempo nacional, en la narrativa nacional, que es en la que me he situado para esta exploración, estamos en un transcurrir en el que conviven diversas líneas. La respuesta a qué es el olvido depende de en cuál de estas líneas narrativas nos situemos.

Una gran narrativa en la que estamos situados es la del capitalismo y su retórica del tiempo medido como duración de la extracción del valor, donde el tiempo es un ciclo de acumulación. Esta gran narrativa, a su vez, está imbuida en la experiencia histórica que se define como dominio de la mente para transformar el cuerpo sensitivo en cuerpo productivo, a la vez que dominio del cuerpo productivo sobre la naturaleza, o a decir de Marx, sobre el “material natural transformado en órganos de la voluntad humana sobre la naturaleza o de su actuación en la naturaleza”, porque “la naturaleza no construye máquinas”. El tiempo es el progreso y el olvido -lo que se deja atrás- es su condición.

Archivo La Plebe

Interiores del libro de Rodrigo Vera</em>

Pero qué ocurre si nos instalamos en un tiempo no nacional, no acumulativo, ahistórico. Un tiempo vacuo e insustancial, no en el sentido de vano o superficial, sino en la vacuidad de buda, en la imposibilidad de referir un concepto a una sustancia situada. En el poema titulado “OJOS CERRADOS”, leemos:

“No quiero decir que sea inconcebible/ Quiero decir que si sucede/ ¿Cómo podría uno creerlo?”

Allí es donde nos fuerza a estar este libro. En el tiempo definido únicamente como continuo entre sentidos y percepción. En estas otras coordenadas, antes que una carencia, el olvido es parte de un mecanismo que habilita la circularidad del tiempo. Ese mecanismo se activa como tentación. Algo a lo que se puede ceder.

En “TENTACIÓN RECURRENTE DEL OLVIDO” leemos:

“El tiempo continúa lo que era/ el mismo insecto que estrangulé de niño/ No ha nacido”

En “DE LA EXPERIENCIA”, leemos: “Alguna vez/ Acumulando/ Aparecí desierto, niño”

En “REPETIR ALGO EN EL TIEMPO” leemos: “Volver a los espacios en los que nunca estuvimos/ Estando”

En “El MUNDO”, leemos: “Desmembrándose en su propio durar/ El tiempo es lo que ocurre/ Hasta que ocurra”

En “CUIDAR LAS SOMBRAS”, leemos: “Zumba no el obelisco/ sino su elevación/ Zumba dos veces la historia/ y hace el lugar”

Esta circularidad o en cualquier caso este devenir cíclico también se evidencia allí donde los textos expresan el lugar como repetición, como rutina. Aquí digo una obviedad: el tiempo como constitutivo de la experiencia. Una experiencia en la que la densidad está en lo infinito. En CUERPOS PERDIDOS, leemos: “El hilo de lo ininterrumpido/ ¿Qué desata?”

Aquí es donde los textos empatan de modo más nítido con algunos de los postulados del artista Rafael Hastings, quien en una entrevista con Andrés Hare para La Mula (18/10/2014) a propósito de su exhibición “El futuro es nuestro y/o por un pasado mejor 1983-1967” aludía a lo infinito como una suerte de para-realidad que posibilita la creación: el proceso creativo como una realidad y tiempo en sí mismos distintos de la realidad- real.

Ahora vamos a la segunda cuestión, cuya exploración es más breve.

Qué es una screenshot

Cualquiera sea la idea que tenemos sobre qué es vivir en una cultura visual o gráfica, ésta queda corta frente a la capacidad de producción y circulación de imágenes que revelan estos números imposibles, correspondientes al año 2018: En Facebook se cargaron 243 mil fotos cada minuto, en Instagram, 65 mil fotos cada minuto. En Whatsapp, de 29 millones de mensajes enviados cada minuto, 1 millón son imágenes. Pese a la relevancia comunicacional y política del tipo particular de imagen que es una screenshot no hay estadística de la que se pueda derivar cuántas screenshots forman parte de ese fluir.

Archivo La Plebe

El trabajo del artista Rafael Hastings es la materia prima del libro de Vera. En la foto, interiores de "Poemas mentales", editado en 2017 por Toé Editorial</em>

En estricto, la screenshot es imagen -la captura de una story de instagram, o un still de video para producir un meme-, pero su uso crítico es el de fijar más que los componentes gráficos, los textuales y, lo que es más importante aún, fijar los componentes de la interacción en la pantalla, por ejemplo, lo que alguien comentó o fracciones de conversación.

Solo para nombrar algunos espacios de relevancia para la dinámica screenshotera, podemos aludir a las rutinas opresivas del amor romántico, a la capacidad de prueba en una situación de violencia y acoso, y como tenemos muy fresco en el Perú, a la develación de arreglos de bancada parlamentaria, como ocurrió con los chats “La botika” y “El mototaxi”. En todos estos paisajes relacionales, la captura de pantalla cumple un rol crucial para generar nuevos actos de comunicación. De entre las millones de imágenes que circulan, tiendo a creer que las screenshots son las que mejor expresan la fragmentación, la sospecha y la dispersión como definitorias de esta etapa de nuestra cultura visual. ¿Por qué estoy hablando de screenshots? Porque creo que podemos identificar tanto el libro de Rodrigo Vera como su referente (los dibujos mentales de Rafael Hastings), como parte del género “screenshots/pantallazos”. Portan ese carácter contemporáneo.

Archivo La Plebe

Los “dibujos mentales” de Rafael Hastings son “registros mentales” (diríamos, una forma de resistencia al olvido), intentos de fijar elementos gráficos y textuales desgajados del tiempo real. Si en las piezas plásticas de Hastings el acto de captura va de lo que no existe (o es operado desde la imaginación) a lo que existe (una superficie intervenida, coloreada, escrita, tachada), en los textos de Rodrigo Vera ocurre a la inversa. Si la poiesis es la fuerza de lo que transita del no ser al ser (creación), podemos afirmar que estos apuntes están escritos bajo la pulsión contraria: van de los dibujos mentales concretos, a la palabra que los abstrae y en el tránsito del ser al no ser, los devuelve al espacio de la imaginación.