Mejores políticas culturales para una mejor sociedad
## Todos a la cima/ todos quieren llegar. No importa el camino/ todos van a llegar a la cima. ¡Felicidad!
Triciclo Perú | Los Mojarras
En su reciente libro “Políticas culturales y ciudadanía. Estrategias simbólicas para tomar las calles”, Víctor Vich recalca el sentido que tienen las políticas culturales en la construcción de la ciudadanía: reforzar su participación en la escena pública y reconstruir el vínculo social, renunciando a la injerencia que ha tenido el capitalismo y el modelo neoliberal.1
La crisis política que se acrecentó en el pasado quinquenio y que se mantiene latente hasta hoy, así como la crisis sanitaria por el COVID-19 que evidenció la precariedad de nuestro crecimiento económico, la debilidad de la clase media, las limitaciones de nuestro aparato educativo y el desastre del sector sanitario, desnudaron el fracaso del actual modelo y la necesidad de construir un nuevo acuerdo nacional, en el que prime la atención a problemas que permanecen tras 200 años de República.
Es en este escenario, donde las políticas culturales se abren paso para alejarse del prejuicio en el que han sido constituidas a lo largo de la historia de nuestros pueblos, asumen su carácter cuestionador y deconstructor de las estructuras e identidades que se mantienen en nuestra sociedad, impulsando desde allí nuevos procesos sociales, desde nuestras subjetividades y simbologías.
La cultura es una importante herramienta para transformar lo social y dado su potencial, debería ser asumida desde una perspectiva intersectorial, es decir transversal a toda política pública2. La cultura refiere a un conjunto de normas, estereotipos y costumbres que nos han ido moldeando en sociedad, bajo ciertos parámetros legitimados; podemos decir que sirve como recurso al capital, para consolidarse y validar los efectos del sistema económico mediante, por ejemplo, el consumismo en la era globalizada; a decir de George Yúdice ha permitido ejercer control social.3 Mediante la cultura hemos sido capaces de mantener regímenes, erigir modelos, avalar escenarios amenazantes al estado de derecho e invisibilizar diferencias encarnadas en sectores mayoritarios e históricamente discriminados -los pueblos indígenas, la población afrodescendiente, mujeres o personas con discapacidad-, quienes no son sujetos de derecho y cuya ciudadanía pende de un hilo, de la voluntad política o del azar electoral. En suma, mediante la cultura hemos podido construir lo que hoy somos.
Por mucho tiempo, en nuestro país la cultura estuvo orientada a la gestión de eventos y a la promoción de actividades artísticas de corte elitista, ligadas a cierto sector de la población, expresando sus pensamientos, costumbres e ideología; prácticas éstas que no pudieron ser revertidas con la creación del Ministerio de Cultura en 2010, pero que hoy buscan ser superadas con acciones que vayan más allá de la escena cultural y cortoplacista, y se orienten a la construcción de políticas públicas con enfoque intercultural.
Veamos algunos ejemplos. Por un lado, evidenciar el potencial que tienen las iniciativas ciudadanas promovidas por las organizaciones de Cultura Viva Comunitaria, que ejercen una activa y articulada participación junto a las comunidades y barrios, desde la escena artística y creativa pero también desde la acción política. Tenemos las acciones promovidas desde lo local como las ordenanzas municipales de reconocimiento, promoción y fortalecimiento de la Cultura Viva Comunitaria4; en 2013 la Municipalidad Metropolitana de Lima aprobó esta política impulsada con esfuerzo por las organizaciones de arte y cultura, labor que se evidencia también en la reciente aprobación de la Ordenanza Nº 566 en el distrito de Ate, que reconoce la existencia de estas organizaciones y la labor que realizan junto a las y los vecinos del distrito.
A nivel nacional podemos mencionar acciones como la Política Nacional para la Transversalización del Enfoque Intercultural aprobada en 2015, cuyo objetivo fue ”orientar, articular y establecer los mecanismos de acción del Estado para garantizar el ejercicio de los derechos de la población culturalmente diversa del país y para promover un Estado que reconoce la diversidad cultural innata a nuestra sociedad”5. Así mismo, en 2016 se aprobó la Ley de Puntos de Cultura, donde se reconoce, articula, promueve y fortalece a las organizaciones artísticas de todo el Perú por su labor junto a la ciudadanía, contribuyendo al desarrollo de sus comunidades. Finalmente en 2020, en medio de la pandemia, se aprobó la Política Nacional de Cultura al 2030 cuya intención es revertir la mala gestión pública que ha limitado a parte de la ciudadanía en el ejercicio de sus derechos culturales. Pese a todas estas acciones no se han logrado superar las limitaciones identificadas, ni se han evidenciado cambios en la forma cómo se construyen e implementan las políticas estatales a fin de superar las desigualdades existentes y revertir la condición de exclusión en la que viven los sectores mayoritarios de la población. Debemos entender que la cultura no solo es la gestión de eventos o del patrimonio; la cultura debe ser concebida como el elemento cuestionador de conciencias y transformador de identidades, debe llevarnos hacia una participación activa en nuestros barrios, organizaciones, centros de estudio y laborales, debe ser también un llamado a la acción política de la ciudadanía, un llamado a la organización, como diría Antonio Gramsci.
Es en ese sentido que la cultura, y por ende las políticas culturales, son indispensables para impactar en lo social, deconstruyendo sentidos hegemónicos y recomponiendo el tejido social que ha sido intervenido y alterado por las lógicas de poder que apelan al consumismo, a una competencia frívola y a una falsa autosuficiencia, como medio para alcanzar al desarrollo. El modelo neoliberal instalado con la dictadura de Fujimori en los años noventa privatizó no solo el espacio público sino también lo íntimo y personal. Las y los peruanos hemos sido empujados a aceptar como normal un estilo de vida precaria, con altos índices de feminicidio y escándalos de corrupción que vulneran nuestros derechos fundamentales; nos hemos sostenido en una clase media vulnerable, cuyo aparente estatus ha servido de excusa para enarbolar los limitados beneficios del crecimiento económico. Replanteo entonces la interrogante esbozada por Vich: ¿Qué tipo de subjetividades produce hoy el capitalismo?. Indudablemente, subjetividades que se han reforzado en el egoísmo y que han tenido que normalizar nuestras actuales deficiencias para sobrevivir. Ensayando una posible respuesta, el autor señala que ”el capitalismo arrincona nuestra imaginación hacia un margen donde ya no parece haber noción del pasado y donde el futuro es un puro narcisismo”6. Vich retoma el concepto de tiempo libre como el derecho que ha sido arrebatado por las actuales condiciones en que se ejerce el trabajo, que altera el desarrollo normal de nuestras vidas, copando horas que debieran ser dedicadas al disfrute, al descanso y la reproducción de la vida.
El capitalismo nos ha llevado a un estado de insuficiencia económica que junto al encarecimiento del costo de vida, ha provocado que dediquemos más horas al trabajo para obtener mayores ingresos que permitan sostenernos y satisfacer necesidades inmediatas, truncando nuestro desarrollo y el de nuestras familias. Sin tiempo libre para el descanso y la recreación reproducimos sujetos taciturnos y parcos, inconscientes de su realidad y sin la capacidad de cuestionar el por qué de su condición. Un verdadero proyecto de política cultural, afirma Vich, debería reclamar como primera acción la recuperación del tiempo libre, siendo necesario interrelacionarlo con otras políticas como las económicas, laborales, educativas, etc. Sólo de este modo sería posible aspirar a mejores condiciones de vida, a una mejor sociedad.
Footnotes
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Vich, V. (2021). Políticas culturales y ciudadanía. Estrategias simbólicas para tomar las calles.. Clacso, 2021. ↩
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Vich, V. (2013). Desculturalizar la cultura: Retos actuales de las políticas culturales. Latin American Research Review. 48. 129-139. ↩
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Yúdice, G.(2002). El recurso de la cultura. Usos de la cultura en la era global. ↩
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Ver: Ordenanza N° 1673 - Diario Oficial El Peruano. ↩
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Ver: Politica Nacional para la transversalizacion del enfoque intercultural. Ministerio de Cultura, 2017. ↩
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Vich, V. (2021). Políticas culturales y ciudadanía. Estrategias simbólicas para tomar las calles.. Clacso, 2021. ↩