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In memoriam

El proyecto intelectual de Francisco Durand

El proyecto intelectual de Francisco Durand
Francisco Durand en 2012, en Desco. Foto: Carla Leví, Archivo Quehacer.

Conócete a ti mismo es un aforismo griego que, según fuentes históricas, se encontraba inscrito en el templo de Apolo, en la ciudad de Delfos, sede del oráculo del mismo nombre. La frase alude a la imperiosa necesidad de mirarse introspectivamente cuando se piensa, opina, razona y obra, comprendiendo desde dónde lo hacemos y cómo con ello conocemos y nos relacionamos con los demás. Conocerse y saberse a sí mismo, es un proceso que nos acompaña durante toda la vida.

Teniendo ello en mente, en lo que sigue intentaré dar una aproximación de carácter general al proyecto intelectual de Francisco Paco Durand, catedrático, maestro y aún más, gran amigo, considerando las inquietudes y preocupaciones que lo mantuvieron comprometido con el análisis, la investigación y la enseñanza a lo largo de su vida.

Durand dedicó su vida y proyecto intelectual a desentrañar los entresijos del poder, aquel que tiene la curiosa propiedad de actuar y hacerse sentir, pero que a la par, busca permanecer en la sombra del anonimato. Como la singularidad de un agujero negro en el espacio, es indetectable por la luz visible, pero su presencia se hace patente en el gran efecto de atracción gravitacional que produce en los objetos cercanos. En un país como Perú, la gravitación del poder económico, fundamentalmente, tiene la capacidad de atraer para sí a los poderes políticos, mediáticos, y de otras índoles, de modo de obrar en orden a sus intereses y expectativas, pero a la vez, mantener lejos de la atención pública y la fiscalización a quienes lo detentan y ejercen la propiedad, siendo los principales receptores y beneficiarios de la influencia y de sus operaciones.

Escudriñar al poder se constituye en una actividad que tiende a ser rehuida dado que la alta precariedad en nuestro país, desincentiva formular preguntas audaces y atrevidas sobre cómo se accede al poder, quienes lo poseen, cómo lo utilizan, cómo se reproduce y a quiénes excluye. Sin embargo, Durand, al igual que otros intelectuales como Carlos Malpica, se comprometió a develar lo que busca mantenerse oculto. Lo hizo con esmero, con paciencia y con rigor, pero a la vez con iluminante creatividad, valentía, honestidad y gran desprendimiento. Con el horizonte ético de que no basta interpretar la realidad y sus circunstancias, sino que es necesario contribuir a su transformación.

El trabajo de Durand se enfocó en la identificación y análisis de los grupos de poder económico y de las élites políticas y económicas en Perú y América Latina, entendidas como aquellos grupos que tienen acceso al poder político y económico en una sociedad determinada. Fruto de accesos privilegiados, estas élites se entrelazan en una compleja red de relaciones de poder, que determinan en gran medida las políticas públicas, en un sentido que no se orienta por el bienestar general, sino por el crecimiento y acumulación de los sectores que sí disfrutan de los beneficios de pertenecer a la comunidad política.

A esa configuración y patrón de relaciones de las que participan las élites, con escasa disposición para diferenciar entre el interés público y el privado, que promueven o inciden en formas de influencia indebidas o ilegales, Francisco Durand la denominó captura del Estado. La literatura internacional desde el año 2000, concretamente es el caso del Banco Mundial, empezaba a hablar de aquellos procesos en que la captura o cooptación del Estado, por parte de “mafias corporativas”, impedía el avance de los procesos de reformas económicas y políticas.

Estos patrones de relaciones colusivas terminan por precipitar el debilitamiento del Estado, la extensión y generalización de la corrupción como lenguaje de relacionamiento entre todos los sectores y estamentos, así como en el agravamiento de la desigualdad, otra de las principales preocupaciones de Francisco Durand. Por ello, para él, era necesario visibilizar y conocer estos fenómenos y cómo los favorecidos por el poder deciden el empleo, destino y beneficio de los recursos públicos, en habitaciones oscuras, de espaldas a la ciudadanía y a la opinión pública, ajenos a la rendición de cuentas. Así, exponer las negociaciones que ocurren en la trastienda y descubrir los mecanismos de captura de las decisiones, es una vigorosa manera de contribuir a la justicia y a combatir la reproducción de la desigualdad.

Es así como el proyecto intelectual de Francisco Durand aplica el aforismo griego para conocer más y mejor a la sociedad de la que somos parte, especialmente a los sectores que prefieren mantenerse al margen de las encuestas y estudios, levantando no solamente barreras y muros físicos, sino también cognitivos. Su proyecto intelectual posee un sustrato y horizonte ético rotundo y profundo, pues nos convoca a continuar conociéndonos como sociedad, a conocer las realidades del poder, a cuestionar y discutir, con pasión a la vez que con rigor, los sesgos de marcos analíticos que rehúyen abordar la concentración del poder y sus efectos.

Conocer las formas como actúa el poder, puede ser un modo de contribuir a la justicia. Así quedó demostrado, cuando el fiscal José Domingo Pérez, en el desarrollo de sus actividades probatorias, recurrió a la obra de Durand, para explicar y describir la naturaleza de las relaciones del poder económico empresarial con actores políticos, especialmente en lo concerniente al financiamiento de campañas electorales, una vía para generar vínculos y favores con las organizaciones políticas, que son luego cobrados en el corto o mediano plazo mediante decisiones legislativas e influencias.

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