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En los intersticios del colapso. Sobre "De monstruos y cyborgs", de Margarita Saona

En los intersticios del colapso. Sobre "De monstruos y cyborgs", de Margarita Saona
Foto: Revista Quehacer

En “Idea de la naturaleza” el filósofo R. G. Collingwood escribe la trayectoria de la comprensión humana sobre lo natural, una historización sobre la idea de la naturaleza y las transformaciones de esta idea a la par de la propia transformación del mundo por acción humana.1 La naturaleza ha sido entendida bien como un organismo, bien como una máquina, y en tiempos modernos, como un proceso.

De acuerdo a Collingwood, hasta antes de la formalización de la biología como un campo específico en el siglo XIX y más propiamente hasta el establecimiento de la teoría de la evolución, “la generación de los organismos vivos era concebido como un proceso (...) mediante el cual se reproducía la forma específica del organismo generador en la descendencia” (p. 188). Los ejemplares que no seguían este patrón, prosigue Collingwood, eran aberraciones y la prueba de su aberración era su inviabilidad -una muerte temprana, una corta existencia - o su infertilidad. En cualquier caso algo trunco desde el punto de vista de la continuidad o la transmisión de la vida. Esta es una de las vertientes del monstruo.

La evidencia de edades en las que flora y fauna diferían notablemente de la que podía apreciarse de manera inmediata, desafiaron esa comprensión. El que la forma específica estaba sujeta a variaciones y que estas tenían una temporalidad, una historia, sería una idea que se abriría paso con Darwin, y con la investigación de la intervención humana en la domesticación de especies y en su reproducción. La naturaleza es a partir de entonces comprendida, señala Collingwood, no como buscando reproducir formas fijas, sino que “se concibió la historia de la vida como la historia de una sucesión infinita de experimentos por parte de la naturaleza para producir organismos cada vez más intensa y efectivamente vivos” (p.189). Lo que le interesa al filósofo es dejar establecido el punto en que surge esta idea de la vida como algo que se diferencia a la vez de la materia y del espíritu y cómo la condición necesaria para el surgimiento de esta idea es una cierta familiaridad entre las ciencias naturales y los estudios históricos, hermanados en las nociones de proceso, y en última instancia, de progreso.

Collingwood murió en 1945 luego de una serie de accidentes cerebrovasculares que a lo largo de varios años fueron mermando su capacidad para trabajar y escribir. En 1939 había escrito su autobiografía para dejar constancia del trabajo que muy probablemente no podría completar debido a su deterioro. Será tarea de otros pensadores continuar historizando la idea de la naturaleza, y al interior de ella, de la noción de vida, conceptos cuya transformación se acelerará a partir de los años 40, con el surgimiento de la cibernética y con los saltos cualitativos que se producen en el campo de la genética.

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En 1960, en el albor de la llamada era espacial, la batalla tecnopolítica entre las dos superpotencias del siglo XX, los científicos norteamericanos arriesgan la idea de la adaptación del organismo humano a las condiciones extraterrestres y proponen la posibilidad — incluso la deseabilidad— de ensamblar artefactos y organismos a fin de hacerlo apto para la conquista del espacio.2 Esa entidad es una de las vertientes del cyborg, un complejo organizativo que, según los autores de esta idea, los señores Clynes y Kline, “incorpora deliberadamente componentes exógenos que amplían la función de control de autorregulación del organismo para adaptarlo a nuevos ambientes”. Lo cyborg libera al hombre para explorar, afirman directamente. Es una libertad manifiesta en un dispositivo sujeto al imperativo de la conquista, el texto subyacente de la guerra fría espacial, que literalmente desborda los límites de la geopolítica.

Hasta aquí, son dos los puntos de interés. El primero: la evolución de la vida y el desplazamiento de la idea de forma fija como base de la idea de progreso; el segundo, la idea de la liberación humana a partir de la tecnología en su vertiente triunfante, la capitalista. Se trata de dos campos en los que la evidencia contemporánea ya ha inclinado la balanza hacia el colapso.

En los intersticios de este colapso se instala el inquietante desarrollo de la medicina en pos de la supervivencia. Margarita Saona, en De monstruos y cyborgs (Intermezzo tropical, 2023), recorre las fantasías que contienen cyborg y monstruo, genealogías ricas y complicadas. Una frontera rebasada, una bastardía de lo natural, en el caso del monstruo, un resultado tecnológico cuyas implicancias ontológicas nos superan, en el caso del cyborg. Ambos alimentan una serie de desfases de la experiencia humana, recubiertos con fantasías persistentes y con inquisiciones filosóficas en todas las culturas humanas. Saona elabora sus preguntas en continuidad con la tradición, inscribiendo su pensar en el testimonio acuerpado, en forma de ensayo breve, fragmentario, a ratos crudo, para entregar la experiencia de un cuerpo asediado por el desafío de su propia continuidad en el mundo, acoplado a máquinas y a flujos de energía que se dirigen hacia su corazón (en realidad, a un corazón que no es el suyo, pero sí). Si Watanabe dice la vida es física, Saona agrega es artificial.

El ensayo recorre tanto la experiencia quirúrgica y médica, la dramática situación de “no haber estado siempre viva”, la convalecencia y la supervivencia, todo ello en diálogo con una bibliografía que explora el territorio que media entre lo hórrido y lo maravilloso, entre el vacío filosófico y el salto técnico. Saona ironiza sobre las metaforizaciones anatómicas y fisiológicas y problematiza las metaforizaciones botánicas visibles en términos tan propios de su experiencia como “trasplante” o “injerto”, para hacer hablar a un yo que no abandona nunca la sospecha de haber cedido algo esencial al cooperar con La Ciencia y al prolongar su existencia por medios asistidos, artilugios técnicos y, finalmente, por la adopción de un órgano ajeno. Es en este punto que se encuentra la mayor inspiración de este breve ensayo, el ser una reflexión sobre las limitaciones del lenguaje y sus tropos frente a la experiencia. De monstruos y cyborgs se inscribe en el esfuerzo de crear un nuevo vocabulario para avanzar hacia las nuevas fronteras de lo humano.

Footnotes

  1. Idea de la naturaleza, R. G. Collingwood, Ed. Fondo de Cultura Económica.

  2. Clynes, M. y Kline, N. Cyborgs and space. En: Astronautics(https://web.mit.edu/digitalapollo/Documents/Chapter1/cyborgs.pdf). Setiembre de 1960. Pág. 26-27 y 74-76.

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