La cosecha vulnerable: Niños y niñas en los campos de coca de Vizcatán del Ene
Vizcatán del Ene es uno de los nueve distritos de la provincia de Satipo, región Junín, que limita con provincias de la región Huancavelica. De acuerdo al último censo, de sus 4765 habitantes, 1461 son menores de 17 años. Más de un tercio de la población está clasificada en las categorías de pobreza monetaria (28%) y pobreza monetaria extrema (3.6%).
Según la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida Sin Drogas (DEVIDA), en el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro –VRAEM, en 18 distritos se produce hoja de coca. De este grupo, Vizcatán del Ene es el tercero con mayor producción, después de Llochegua y Pichari. Con un ritmo sostenido de crecimiento de la superficie dedicada al cultivo –entre 2% y 3% al año desde 2001– cuenta actualmente con 2596 hectáreas. De acuerdo a la Municipalidad distrital de Vizcatán del Ene, su economía es poco diversificada y en los cultivos predomina el cultivo de coca (90%), acompañada muy de lejos por cacao (4%) y café (2%), además de yuca, plátano y algunas frutas.
En estos territorios hay dos formas de producción. Por un lado, la pequeña producción, con una extensión menor a una hectárea y mano de obra familiar, donde todos los integrantes participan del ciclo de producción, en algunos casos trabajando en las condiciones tradicionales del ayni. Por otro lado, encontramos la mediana producción, con una extensión de entre dos y tres hectáreas por unidad y mano de obra contratada. En ambas formas se sigue el mismo circuito: cultivo, cosecha, secado, llenado y comercialización de la hoja de coca.
La mano de obra en la producción de la hoja de coca es principalmente de jóvenes y un porcentaje de niños, niñas y adolescentes (NNA), quienes en algunos casos viven en la misma parcela donde trabajan. En Vizcatán del Ene, nueve de cada diez niños trabajan en el ciclo de producción. Los niños, mayores de 8 años, se emplean principalmente como “pateadores”, concentrándose en el secado, que consiste en voltear la hoja de coca para un adecuado secado, una vez extendida en mantadas. Los mayores de 14 años incursionan como “jalachos”, cuya labor consiste en desprender la hoja de la planta; a esta edad también se insertan en la tarea de llenar sacos con la hoja y compactarla.
Esa es la principal fuente de ingreso de las familias de Vizcatán del Ene, que por lo demás atraviesan una situación de grave vulnerabilidad económica. En ese contexto y con la producción de hoja de coca vista como una oportunidad para mejorar los ingresos, prevalece la idea de que el trabajo infantil es parte del desarrollo personal.
Esa combinación ha normalizado el trabajo infantil en esa actividad, que hoy por hoy cuenta con una alta tolerancia social. Vizcatán del Ene es uno de los distritos que presenta un alto riesgo de trabajo infantil. La incorporación de NNA a temprana edad al mercado de trabajo pone en riesgo el ejercicio pleno de sus derechos, tales como estudiar, jugar y tener acceso a la salud. Es preciso resaltar que, por las condiciones geográficas, la misma actividad tiene demandas físicas (más allá de su edad), que pueden provocar trastornos en el cuerpo (sobrecarga física y mental) e incluso exponerles a situaciones de violencia psicológica, física y sexual. Si bien en Junín los indicadores de acceso a la educación de NNA son positivos, los indicadores de anemia, desnutrición y embarazo adolescente, son superiores al promedio nacional.
En este contexto, el territorio exige una mayor presencia del Estado y una estrategia local que debería ser liderada por el gobierno local. Resulta necesario y urgente revisar las políticas públicas que se han focalizado en la zona para elevar el ingreso de las familias, disminuir la pobreza y generar trabajo alternativo, sin involucrar a NNA; promover el acceso a los servicios adecuados de educación y salud, con estrategias viables que eviten la deserción escolar para prevenir el trabajo infantil, así como generar procesos de sensibilización para deconstruir conceptos como que el trabajo infantil dignifica y prepara para la vida adulta.
Recordemos que la Convención sobre los Derechos del Niño del Sistema de Naciones Unidas, del cual formamos parte, indica que “todas las medidas respecto del niño deben estar basadas en la consideración del interés superior del mismo. Corresponde al Estado asegurar una adecuada protección y cuidado, cuando los padres y madres, u otras personas responsables, no tienen capacidad para hacerlo” (UNICEF 2015).