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Cultura

De la cumbia colombiana a la cumbia peruana: deconstruyendo mitos

De la cumbia colombiana a la cumbia peruana: deconstruyendo mitos
Vitalogico en flickr

Es importante reflexionar sobre la música llamada “cumbia” porque es una manifestación cultural presente desde hace más de cinco décadas en la vida de mucha gente en toda América Latina, notoriamente en Perú. Por cierto, todo hecho cultural que tenga vasto alcance social amerita ser analizado. Para esto se requiere la mayor claridad posible sobre el objeto de estudio. En estas breves líneas intentaré dilucidar lo que considero son algunos de sus rasgos más importantes y controvertidos. Las historias que se han construido sobre la cumbia peruana adolecen de varias simplificaciones, mitificaciones y confusiones sobre aspectos cruciales de su aparición y desenvolvimiento, surgidas de reduccionismos y determinismos socioculturales, implícitos en su elaboración.

Una simplificación muy extendida es que la cumbia peruana es una mixtura de lo moderno cosmopolita con lo tradicional local, creada en la ciudad de Lima por inmigrantes andinos en la década de 1970. Como parte de este discurso, se considera que los provincianos que se asentaron en la capital a partir de mediados del siglo XX eran “pre-modernos”, portadores de una cultura campesina y sin exposición previa a la música caribeña ni al rocanrol en sus lugares de origen. Además, hay una noción implícita de que la cumbia colombiana es un género musical único y homogéneo. Así, la cumbia peruana sería el resultado de una fusión entre la cumbia colombiana y el huayno peruano, con las guitarras eléctricas del rock, asumiéndose que había una cumbia colombiana, un huayno peruano y un rock cosmopolita. Empecemos por esto último, ya que es desde donde suele abordarse la historia de la cumbia peruana, y además porque es el aspecto menos analizado.

Siendo este un punto crucial, presento una cita textual del investigador colombiano Juan Ochoa en referencia a la “cumbia” de su país: “Tanto en Colombia como en otras partes de Latinoamérica se suele hablar de ‘la cumbia’ como una entidad homogénea [...]. La ‘cumbia’, como cualquier otro concepto, es una construcción social. [Así], no se trata de una entidad ontológica que hay que descubrir, sino más bien de una creación humana que está en permanente transformación y negociación [...], una categoría mutante que se hace y rehace [...] a través de las prácticas y los discursos.” 1

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*Imágenes del montaje de la muestra "Neón chicha" en el Museo del Grabado del ICPNA. Foto: Facebook de Alfredo Villar.

En otro lugar, dicho autor señala: “Lejos de ser ‘la cumbia’ un único género musical específico [...], es más bien una variedad de músicas a las que se les ha denominado con este nombre [y] dentro del propio territorio [colombiano hay] diversos tipos de músicas a los que se les llama cumbia.”2 A principios de la década de 1960, por conveniencia comercial, las disqueras comenzaron a llamar cumbia a todos estos géneros caribeños de Colombia. Lo que se vino a conocer como “cumbia peruana” fue el resultado de una larga interacción entre variados géneros caribeños y los de otras partes. Así, la percusión de varios géneros caribeños como el son y la guaracha, junto con la de las cumbias, es asimilada en el Perú por distintos grupos musicales para combinar esta base de percusión con instrumentos electrónicos y melodías vernáculas, no sólo en Lima sino en muchas partes del país. Fue así como, desde fines de la década de 1960, aparecieron variantes regionales de cumbia peruana, entre otras, “cumbia amazónica”, “cumbia sureña”, “cumbia andina” y “cumbia norteña”. Cada una de ellas asimiló elementos de músicas tradicionales de sus localidades, logrando así características distintivas.

En relación con lo anterior, y para deconstruir otra simplificación, es importante señalar que la música caribeña, comúnmente denominada “tropical”, tiene una presencia en el Perú desde varias décadas antes de que la cumbia colombiana se pusiera de moda a nivel internacional (entre 1950 y 1960). Varios grupos musicales extranjeros trajeron al país los diversos géneros caribeños, que alcanzaron difusión cosmopolita en el primer tercio del siglo XX, y pronto fueron incorporados al repertorio de las agrupaciones locales. En sus inicios, las audiencias que tenían acceso a actuaciones presenciales de dichos músicos en el Perú, pertenecían a sectores sociales pudientes. Sin embargo, el desarrollo de las tecnologías de comunicación amplió su difusión entre clases medias y populares. Es más, su alcance no se limitó a la capital del país, en tanto las nuevas tecnologías ampliaban su penetración en el territorio nacional. Por otro lado, las bandas locales de músicos del interior del país, incluyeron temas de moda en su repertorio. Por lo demás, desde fines del siglo XIX existía la realización de retretas en las plazas centrales, en las que se incorporaba la música cosmopolita del momento.

Otra simplificación bastante extendida es la de soslayar la influencia del rocanrol en el surgimiento de la cumbia peruana, especialmente en la variante llamada “música chicha”. Se dice mucho que la chicha tiene elementos predominantemente “andinos”, poniéndose como ejemplo el emblemático tema “Soy provinciano”, cantado por Lorenzo Palacios Quispe, el mítico Chacalón. El propio compositor del tema, Juan Rebaza Cárdenas, ha declarado que no lo llama cumbia peruana sino chicha. Muchos analistas culturales consideran que la chicha se origina básicamente del contacto entre melodías andinas y ritmos caribeños, desdeñando el grado de influencia del rocanrol. Para mí, en cambio, “Soy provinciano” es la chicha más roquera. Lo digo por la manera en que destacan sus aspectos instrumentales, donde, con mucho virtuosismo, la primera guitarra eléctrica hace improvisaciones con el efecto de fuzztone, mientras que la segunda usa wha-wha, ambas recurriendo a la palanca de vibrato y con un pronunciado eco (delay), todo lo cual era muy usual en el rock pesado internacional, pero poco presente en los demás grupos de cumbia peruana de esos momentos. Teniendo en cuenta la percusión tropical que acompaña la canción, me animaría incluso a clasificarla como una variante peruana de rock latino.

En cuanto al término chicha, mucha gente cree que es un nombre originario del Perú. Sin embargo, en referencia a la bebida de maíz fermentado, proviene de la lengua del grupo étnico cuna, que habita en algunas regiones de Panamá y Colombia. Fue ahí donde los colonizadores europeos encontraron esta bebida por primera vez, y generalizaron el término en los demás lugares de América donde se hacía. Cabe aclarar asimismo, que el término maíz tampoco es peruano. La palabra ingresa al español durante los primeros momentos de la conquista de América, como adopción del término taíno mahís, a partir de los primeros encuentros con la planta desconocida para los europeos.

En los Andes, la planta es llamada sara en quechua. A partir de la conquista española, se popularizó en el Perú el término chicha para denominar a la bebida de maíz. Las bebidas fermentadas se elaboran en el Perú desde tiempos preincaicos pero los quechuas llaman aq’a o aswa a la de maíz. Su uso fue ceremonial, pero también cotidiano y popular. Así, en quechua, la chicha de maíz se denomina shura aq’a (chicha de jora). Por lo tanto, la reivindicación que muchas veces se hace del término chicha como palabra peruana, es incorrecta, aunque su uso popular es tan centenario como la noción de que era una bebida exclusivamente ceremonial del imperio incaico.

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*Imágenes del montaje de la muestra "Neón chicha" en el Museo del Grabado del ICPNA. Foto: Facebook de Alfredo Villar.

Lo que sí es un peruanismo, de acuerdo con la RAE, es el uso del término chicha “para referirse a cualquier manifestación cultural de origen occidental interpretada y desarrollada por inmigrantes andinos en ciudades grandes como Lima”. Otra acepción de su uso en el Perú según la RAE: “toda actividad informal, de mal gusto y de baja calidad”. De ahí que haya una continua pugna entre los practicantes y fans de la cumbia peruana sobre la legitimidad de denominarla con dicho término, y muchos de sus defensores se apoyan en la creencia arriba mencionada sobre el nombre de la “bebida sagrada” de los incas.

En todo caso, los más populares conjuntos de cumbia peruana desarrollaron una práctica musical que fue todo lo contrario a una “actividad informal, de mal gusto y de baja calidad”. Varios de los mejores guitarristas de estos conjuntos no sólo eran virtuosos, sino que además habían estudiado en el Conservatorio Nacional de Música, tenían instrumentos musicales de óptima calidad, y producían grabaciones fonográficas y presentaciones públicas muy bien realizadas. Por otro lado, y en relación con un punto anteriormente mencionado, tenían una trayectoria musical variada que incluía haber sido integrantes principales de connotadas agrupaciones vernáculas, criollas y roqueras del Perú. Algunos de ellos, antes de tocar música chicha, incluso eran fans del “heavy rock” de esos tiempos, que casi no se pasaba en las radios de Lima, admiradores de grupos británicos y norteamericanos como Cream, Led Zeppelin, Black Sabbath, Jimi Hendrix Experience y hasta Iron Butterfly. No eran, pues, “inmigrantes provincianos marginales”, ni tenían una cultura musical únicamente campesina, eran modernos y cosmopolitas.

Cierro este breve ensayo señalando que, en la actualidad, el término cumbia peruana es usado para designar los temas de grandes orquestas, que gozan de mucha popularidad, con formaciones que están muy lejos de ser solo cuatro o cinco instrumentistas como en los años de 1960 y 1970, momento que consensualmente se establece como el inicio de la vertiente musical. A partir del nuevo milenio se le ha incorporado vientos de metal, coros conformados por cuatro o cinco vocalistas que casi siempre cantan al unísono, y se han agregado más instrumentos electrónicos. Las guitarras eléctricas, en cambio, han dejado de ser predominantes, que se escuchaban a lo largo de toda la canción, pasando a ejecutar tan sólo algunas esporádicas partes melódicas. Estos significativos cambios se prestan a diversas interpretaciones que no podemos desarrollar aquí porque requerirían de todo un artículo.

Footnotes

  1. Ochoa, J. (2016). “La cumbia en Colombia: Invención de una tradición”. En: Revista Musical Chilena, Año LXX, Nº 226, 2016, pp. 31-52.

  2. Ochoa, J. (2017). “Introducción: de la cumbia a las cumbias”. En: Ochoa, J., C. Pérez, y F. Ochoa (compiladores). El libro de las cumbias colombianas. Medellín: Universidad de Antioquia, 2017, pp. 6-21.

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