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Un libro en busca de debate

Sobre “Ficciones de la Antropología peruana. De indios, campesinos y cholos”, de Pablo Sandoval.

Un libro en busca de debate
Foto: Fondo Editorial de la UNMSM en Facebook.

Aunque pareciera innecesario, debe remarcarse que estamos ante un libro de historia y que, como advierte el autor, el libro mismo tiene su propia historia, algo que algunas lecturas previas han soslayado fácilmente, como si los antecedentes de un producto intelectual no dijesen nada sobre éste o, aún peor, que la trayectoria del autor es algo sin importancia.

Sandoval, bajo el influjo de Carlos Iván Degregori, había empezado a problematizarse sobre su disciplina académica, por lo menos desde 2001, cuando junto a Javier Ávila y el propio Degregori publican La enseñanza de la Antropología en el Perú 1. En el 2009, también con Degregori publica Antropología y antropólogos en el Perú. La comunidad académica de ciencias sociales bajo la modernización neoliberal, una coedición IEP-CLACSO.2 En el 2012, también desde el IEP, con Degregori y Pablo Sendón, publica la segunda parte de la compilación No hay país más diverso,3 cuya primera parte Degregori había publicado en el 2000.4 Ya en 2020 Sandoval presenta su tesis para Doctor en el Colegio de México, con el asesoramiento de Marco Palacios.5 Allí desarrolló muchas ideas que luego, en versiones más puntuales, serán parte del libro que ahora comentamos.

Para nuestros fines, es pertinente remitirse a dos trabajos publicados el 2007. Uno de ellos es el artículo en la Revista Colombiana de Antropología, La Antropología en el Perú: del estudio del otro a la construcción de un nosotros diverso.6 El segundo es la compilación titulada Saberes periféricos.7 Sobre todo en el primero quedará registrada una afirmación fundamental para comprender y tomar posición ante el debate que Sandoval busca provocar: “En el caso peruano, lo mejor de la antropología contribuyó a ampliar la foto de la familia”. En otras palabras, siguiendo a Benedict Anderson,8 intenta mostrarnos cómo esta disciplina fue determinante para “transformar la comunidad imaginada llamada Perú”.

Para ubicar con precisión este “momento antropológico”, presenta la idea hegemónica criolla, que va explayándose durante el siglo XIX, en la que se recreará una imagen del indio afín a la expansión de la gran propiedad terrateniente, en lo que había sido denominado metafóricamente por Brooke Larson, como “una segunda conquista de los Andes”.9

En el último tercio de ese siglo, el contexto cambió y entre las novedades tendremos la aparición de un indigenismo auroral, sumamente heterogéneo, incentivado por la acción corrosiva que los mercados emergentes ejercieron en los espacios rurales y, por supuesto, la derrota de Perú en la guerra del Pacífico (1879-1883). No éramos una nación —esto es lo que sirvió como justificación del resultado de la guerra de 1879— y, por ello, debíamos resolver “el problema” que, en resumen, era el indio. Así, el debate hacia adelante fue acerca de cómo la “comunidad imaginada nacional” incorporaría, subordinadamente, a estas mayorías indígenas.

Existe cierto consenso en que tras la reivindicación indigenista subyace “una visión urbana de los Andes”10:paternalista, exótica y en muchos casos con una concepción homogeneizadora de la construcción nacional alrededor del mestizo o del indígena. Este escenario, antecedente inmediato al surgimiento de la antropología peruana, la hace, según Degregori y Sandoval, “hija del indigenismo”, en un proceso que toma forma cuando la conciencia oficial del indio se incrementa para ser continuada por un momento de “reafirmación hispánica”, como diría Jorge Basadre. 11

En suma, según los autores citados, la antropología madura mientras el indigenismo se despliega como una “idea a la defensiva”, remitiéndose al pasado a través de la etnohistoria de Luis E. Valcárcel, y actuando en ámbitos que no desafiaron directamente a lo instituido. Aun así, promediando el siglo XX, el “grupo antropológico” aprovecha una coyuntura nacional e internacional favorable, y puede institucionalizar académicamente a la antropología como disciplina universitaria.

A partir de entonces, vamos a presenciar un avance rápido y continuo de la institucionalización nacional de la disciplina, no solo para formalizar espacios de entrenamiento y consolidar reconocimiento y prestigio, sino sobre todo, para darse posibilidades en la instrumentalización y la obtención de resultados políticos, desde las consideraciones que irían elaborando los antropólogos, desde sus reflexiones en los gabinetes y sus descripciones, desde las observaciones en el campo.

Un hito de este proceso fue, sin duda, la designación de Luis E. Valcárcel, como ministro de Educación en el gobierno de José Luis Bustamante y Rivero, la creación en 1946 del Instituto de Etnología y Arqueología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y, paralelamente, también la carrera de Antropología en la Universidad San Antonio Abad del Cusco.

Por otro lado, México será la referencia y el contraste para los antropólogos peruanos. Allí la antropología experimentaba entonces su “edad de oro”, en medio de su “largo y cómodo matrimonio” con el estado posrevolucionario, cuyo aparente fin se dio en 1968, con la masacre de Tlatelolco.12 Tan importante como los influjos mexicanos, fue la constante transferencia de recursos técnicos y financieros de las agencias estadounidenses —Rockefeller Foundation, Social Science Research Council y otras— y de instituciones públicas europeas, como IFEA.

Es entonces cuando se forma y consolida el ambiente que es crucial para el razonamiento de Sandoval: el de la relación de las y los antropólogos con el Estado, en momentos que ganaban espacio los paradigmas modernizadores, aquellos más oficiales, guiados por la noción de desarrollo apoyada en el crecimiento económico y la superación de las estructuras duales,13 así como por la idea de que éste arribará luego de cumplirse etapas en una secuencia progresiva.14 Todo ello fue respondido en su momento por el estructuralismo,15 el dependentismo 16 y el dependentismo marxista.17

Así, el indigenismo como una construcción para enmarcar a la población rural pobre que debía ser materia de las intervenciones cuyo objetivo era “el desarrollo”, dejará de ser sólo una idea que daba forma a las acciones del Estado —pero no solo de éste— y se convertirá en un decidido factor instrumental para diseñar estrategias de acción, con la finalidad de sacar a esta población de su situación de postración. Nada ilustra mejor este momento que la antropología aplicada, y no hubo mejor ejemplo de ello que el proyecto Vicos.

Pasado el tiempo, en medio de intensas, rápidas y profundas dinámicas sociales, lo que en su momento fueron expectativas de cambio, fueron diluyéndose para dar paso a un panorama de dudas, si no de frustraciones. La urbanización del país, puso de lado la figura del “indígena” como había sido caracterizado por los ambientes académicos y por el Estado peruano, y en menor medida al “campesino”, dirigiéndose el debate hacia los nuevos y heterogéneos contingentes sociales que arribaban sucesivamente a las ciudades.

Sandoval busca resolver, en esta encrucijada, el resultado cultural que podría haber alojado la formación de una opción violentista como Sendero Luminoso. Aún cuando el tratamiento que hace de este asunto debe ser materia de debate, es importante señalar que los casi inexistentes intentos para entender la forja de una opción política violenta como la de Sendero Luminoso,18 redoblan la importancia de esta lectura que, por supuesto, necesita seguir desarrollándose.

Decíamos al inicio que estamos ante un libro de Historia. Un libro de Historia Intelectual, tal como la entiende Carlos Altamirano,19 para quien no es un campo de estudios sino una aglomeración de orientaciones, estrategias y prácticas de investigación que surgen cuando las maneras clásicas de escribir la Historia entran en declive, subrayando cada vez más la importancia de cómo se escribe, como una dimensión determinante del relato que, finalmente, es el sustento mismo de la disciplina.

De esta manera, apoyándose en Schorske,20 Rosanvallon21 y White, 22 el autor considera que el objetivo de esta manera de concebir la Historia es comprender las formas de como en una época, un país o unos grupos sociales, se procuran construir respuestas a lo que perciben, más o menos confusamente, como un problema y hacer la historia del trabajo efectuado por la interacción permanente entre la realidad y su representación, definiendo campos histórico-problemáticos. Es así como “lo político” no es una “instancia” o un “dominio” entre otros de la realidad, sino el lugar donde se articulan lo social y su representación, la matriz simbólica en la cual la experiencia colectiva se arraiga y se refleja a la vez.

Estamos también ante un intento de escribir Historia Institucional.23 Sin duda, el indigenismo, en Latinoamérica y en el Perú, diseñó e institucionalizó un encuadre racial para dar sentido a las intervenciones que se realizarían bajo el objetivo de una difusa —y conveniente— idea de desarrollo, en la que se proyectó el mestizaje como el ideal hacia donde debían dirigirse los esfuerzos y, por ende, asumir que el indígena, ese “otro” negativo, era lo que debía superarse.

Sobre ello, no debe hurgarse demasiado para localizar el eje desde el cual se concibió esta aspiración/ideología/utopía en América Latina: el mexicano José Vasconcelos. 24 Al concebir la "raza cósmica", una especie humana futura que resultaría de la mezcla de todas las razas del mundo, Vasconcelos creía que de esta combinación resultaría una nueva y superior especie humana, más allá de las limitaciones y conflictos de las razas individuales. Los principales protagonistas de esta creación serían los latinoamericanos, en tanto su sangre combinaba las cuatro razas primigenias: amerindios, europeos, africanos y asiáticos.

Entonces, como señala Sandoval, “la antropología en América Latina vino a ocupar […] un lugar destacado en la ejecución de políticas públicas modernizadoras y en la elaboración de un nuevo discurso moral de construcción nacional, pues se le asignó la tarea de promover una nueva ciudadanía y facilitar la urgente integración cultural y política del indio, históricamente postergado de la nación criolla”.

De esta manera, invita a dialogar y debatir sobre cómo concebimos las fronteras existentes entre las disciplinas sociales que presentan contornos cada vez más borrosos entre ellas y, sobre todo, cómo el conocimiento adquiere connotaciones prácticas y políticas, formulando poder en esa experiencia.


Ficciones de la Antropología peruana. De indios, campesinos y cholos. De Pablo Sandoval. Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2024.

Footnotes

  1. Degregori, Ávila, Sandoval, 2001: La enseñanza de la Antropología en el Perú. Lima: CIES, IEP.

  2. Carlos Iván Degregori, Pablo Sandoval (2009): Antropología y antropólogos en el Perú. La comunidad académica de ciencias sociales bajo la modernización neoliberal. Lima: CLACSO, IEP. Libreria - CLACSO - Antropología y antropólogos en el Perú.

  3. Carlos Iván Degregori, Pablo Sandoval, Pablo Sendón (editores) (2012): No hay país más diverso II. Compendio de Antropología peruana. Lima: IEP. No hay país más diverso II. Compendio de Antropología peruana. Fondo Editorial del IEP.

  4. Carlos Iván Degregori (editor) (2000): No hay país más diverso. Lima: Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales.

  5. Pablo Sandoval López (2020): Nombrar al indio: representaciones y prácticas de la antropología en Perú (1842-1990). Colecciones Digitales de El Colegio de México. https://repositorio.colmex.mx/concern/theses/2227mq897

  6. Carlos Iván Degregori, Pablo Sandoval (2007): “La Antropología en el Perú: del estudio del otro a la construcción de un nosotros diverso”. Revista colombiana de Antropología; vol. 43, enero-diciembre 2007, pp. 299-334. http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_issuetoc&pid=0486-652520070001

  7. Carlos Iván Degregori, Pablo Sandoval (compiladores) (2007): Saberes periféricos. Lima: IFEA, IEP.

  8. Benedict Anderson (2005): Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y difusión del nacionalismo. Ciudad de México: FCE.

  9. Brooke Larson (2004): Trials of nation making. Liberalism, race, and ethnicity in the Andes, 1810-1910. Cambridge: Cambridge University Press.

  10. Efraín Kristal (1991): Una visión urbana de los Andes. Génesis y desarrollo del indigenismo en el Perú: 1848-1930. Lima: Instituto de Apoyo Agrario.

  11. Jorge Basadre (s/f): Historia de la República. Tomo 16. Editorial Universo: Lima.

  12. Al respecto, debe tomarse en cuenta la decisión tomada por la presidenta Claudia Sheinbaum sobre la política cultural de su gobierno y los roles que jugarán en ella las y los antropólogos, cuando inauguró el segundo piso del Museo Nacional de Antropología, en enero de este año. Ver: “Presidenta Claudia Sheinbaum encabeza reapertura del segundo piso del Museo Nacional de Antropología”. En: https://www.gob.mx/presidencia/prensa/presidenta-claudia-sheinbaum-encabeza-reapertura-del-segundo-piso-del-museo-nacional-de-antropologia

  13. W. Arthur Lewis (1955): The Theory of Economic Growth. London and New York: Routledge Library Editions.

  14. W. W. Rostow (1960): The Stages of Economic Growth. London and New York: Cambridge University Press.

  15. Raúl Prebisch (1981): Capitalismo periférico. Crisis y transformación. México D.F.: FCE. Celso Furtado (1964): Dialéctica del desarrollo. Diagnóstico de la crisis del Brasil. México D.F.: FCE.

  16. Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto (1967): Dependencia y desarrollo en América Latina. Ensayo de interpretación sociológica. Lima: IEP.

  17. André Gunder Frank (1965): Capitalismo y subdesarrollo en América Latina. México D.F: Siglo XXI Editores.

  18. Aunque sin colocar como eje el proceso de la educación, otro intento importante en este sentido es el de Miguel La Serna (2012): The Corner of the Living. Ayacucho on the Eve of the Shining Path Insurgence. The University of North Carolina Press

  19. Carlos Altamirano (2013): “Sobre la Historia Intelectual”. Políticas de la Memoria 13, verano 2012/2013; pp. 157-162. https://studylib.es/doc/7385122/politicas-de-la-memoria-n%C2%B0-13-verano-2012-2013

  20. Carl E. Schorske (2011): La Viena de fin de siglo. Cultura y política. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.

  21. Pierre Rosanvallon (1999): La consagración del ciudadano. Historia del sufragio electoral en Francia. México D. F.: Instituto Mora. P. Rosanvallon (2004): El pueblo inalcanzable. Historia de la representación democrática en Francia. México D.F.: Instituto Mora.

  22. Hayden White (19929: Metahistoria. La imaginación histórica en el siglo XIX. México D. F.: FCE.

  23. Quizá la referencia más importante al respecto es Douglass North (1993): Instituciones, cambio institucional y desempeño económico. México D. F.: FCE.

  24. José Vasconcelos (1925): La raza cósmica. Misión de la raza iberoamericana. Notas de viaje a la América del Sur. Madrid: Agencia Mundial de Librería.

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