Frecuentemente nos preguntamos si acaso lo religioso alguna vez desaparecerá del campo político y la respuesta tal vez sea un no. La fundación del Estado republicano como forma de gobierno, desplazando a la monarquía cuyo rey recibía su autoridad de Dios, estableció una dialéctica entre ambas fuerzas, mandato democrático y mandato divino. Al interior de los Estados republicanos, la tensión entre corrientes progresistas o liberales y corrientes conservadoras ha atravesado tanto el campo político como el religioso; los primeros han aceptado la primacía del estado de derecho por sobre lo religioso, mientras los segundos han hecho prevalecer lo religioso por encima de la forma estatal.

El pensamiento político no siempre ha otorgado un lugar preferente al fenómeno religioso, aún tratándose de un país como Perú. José Carlos Mariátegui, dedicó uno de sus Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana al tema religioso, vinculándolo con la sobrevivencia de lazos coloniales que revelaban la escasa modernización económica y cultural del país. Es también conocida la subrogación del Estado por parte de las iglesias en muchos lugares del país y la prevalencia de una escuela religiosa y privada, en lugar de una escuela laica y pública.

En una época donde la corriente cristiana conservadora se ha convertido en una importante aliada de la ultraderecha política, esperamos que la publicación de “Entre Dios y el Estado. La politización del movimiento conservador en el Perú”, de Rodrigo Gil Piedra, marque el inicio de una nueva etapa de estudio de las fuerzas religiosas en la política peruana. ¹ Aunque la bibliografía de Gil recoge algunos de estudios desde los sectores evangélicos, no figuran los realizados desde los grupos feministas o lgtbi+ , que ya alertaban del avance religioso conservador en los fueros políticos en oposición a un estado laico y defensor de nuevos derechos en torno al género, la reproducción y la sexualidad, como es el caso de Los grupos conservadores en el Perú de Mujica en 2007,², el volumen sobre libertades laicas a cargo de Barrientos, Huaco y Liendo en 2008, ³, El Orden tutelar de Nugent en 2010,⁴ o el más reciente Ideología de género: fundamentalismos y retóricas de miedo de Amat y Motta en 2018,⁵ por citar sólo algunos casos. Y es que esta producción, si bien se extiende desde los inicios del segundo gobierno de Alan García y el debate sobre la ley de libertad religiosa, solo mereció en su momento la atención de grupos involucrados en la defensa de los derechos de las mujeres, los derechos lgtbi+ y las iglesias progresistas. No obstante, el núcleo del libro de Gil es el reconocimiento de que “la agenda moral” es la que moviliza a las fuerzas conservadoras en su conquista del poder político, una agenda que implica detener el progreso en derechos del género, la sexualidad y la reproducción.

¿Qué tan importante puede ser lo religioso para los comportamientos sociales y las decisiones políticas de los ciudadanos, como para justificar su estudio? El autor nos dice que, según encuesta inédita del IEP de 2023, un 62% señala que “es muy importante”, por lo que se concluye que “el Perú es un país intensamente religioso”. Quizá sería conveniente introducir un matiz en esta afirmación. ¿Somos realmente un país de profunda convicción religiosa o uno donde más bien el poder religioso satura diversos campos, desbordando en ocasiones al propio Estado? La doble moral ha sido una constante desde tiempos de la extirpación de idolatrías. Si bien la doble moral es un subterfugio que otorga cierto alivio, impide la libre expresión de una subjetividad autónoma y defensora de derechos que entran en conflicto con el tabú religioso, en este caso, los relativos al cuerpo. Una subjetividad capaz de oponerse al mandato de lo que Nugent ha llamado “orden tutelar”, cimentado en instituciones como la militar y eclesial en América Latina.

El aporte de Entre Dios y el Estado…, radica en señalar hitos en cuanto a la politización de las fuerzas religiosas conservadoras en el Perú. Es un proceso que se sitúa entre 2011 y 2021, y que coincidiría con la afirmación de los gobiernos más progresistas del período post fujimorista, que desde las políticas públicas y leyes, favorecieron las causas del género, la sexualidad y la reproducción. Una reacción ante estas políticas habría llevado a los conservadores a la organización de un movimiento y a tácticas tales como la judicialización de las políticas, la interpelación de Ministros de Estado y a alianzas con partidos políticos de ultraderecha alineados tras la misma agenda moral. En ello habrían tomado la iniciativa los sectores conservadores de las iglesias católica y evangélica, al acercarse a organizaciones políticas para emprender una defensa de los valores provida y profamilia.

Al interior de esa década, Gil distingue dos períodos, el de “politización embrionaria” (2011-2016) marcado por el ascenso al poder de Ollanta Humala y el de “politización proactiva” (2016-2020) que abarcaría el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, hasta la caída de su Congreso en 2019 y luego el período entre la elección del nuevo Congreso, hasta el inicio de la campaña presidencial de 2021. La concretización de dicha politización religioso conservadora sería Renovación Popular, un partido de ultraderecha de base capitalina, con un cristianismo hispánico como horizonte y con un miembro del Opus Dei como líder, Rafael López Aliaga.

El fenómeno nacional estaría vinculado al escenario internacional de las derechas populistas autoritarias que en América Latina apelan a una historia más bien militar y eclesial. En ese marco, la sexualidad como nuevo campo de derechos y conocimiento se convierte fácilmente en estigma a explotar. El libro repasa momentos claves de la pugna contra los gobiernos progresistas y abre un terreno de exploración para futuras investigaciones relativas a los demás actores políticos y movimientos pro derechos, así como para preguntarnos si la politización de lo religioso no es síntoma de una crisis mayor del propio sistema democrático.

Entre Dios y el Estado. La politización del movimiento conservador en el Perú de Rodrigo Gil Piedra, IEP 2025.