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Internacional

¿Soberanía tecnológica o nueva dependencia?

La inteligencia artificial y los mercados laborales en América Latina

¿Soberanía tecnológica o nueva dependencia?
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Cuando la inteligencia artificial (IA) generativa irrumpió en el debate público, se temía un desplazamiento masivo de empleos, generando incertidumbre sobre el futuro del trabajo. Sin embargo, la realidad parece tomar un rumbo distinto: en lugar de reemplazar a los trabajadores, hemos visto un desplazamiento hacia modelos más eficientes, como es el caso de DeepSeek,1 que ha superado a ChatGPT 2 con mucho menor inversión en infraestructura.

La IA redefine las relaciones de poder y las desigualdades en el capitalismo global. A diferencia de anteriores olas de automatización, esta tecnología introduce aprendizaje adaptativo y toma de decisiones autónomas, intensificando la fragmentación del trabajo y reforzando regímenes laborales flexibles bajo el "capitalismo de plataformas".3 Esto lleva a la polarización del mercado laboral expandiendo empleos de alta calificación en tecnología, mientras que ocupaciones intermedias desaparecen y los trabajos de baja calificación se precarizan.

En América Latina, y particularmente en Perú, donde la informalidad laboral supera el 70%, la IA no sustituye directamente a los trabajadores, pero genera exclusión digital. La falta de acceso a educación tecnológica y políticas de reconversión laboral incrementa el riesgo de exclusión donde amplios sectores quedan al margen de los beneficios de la digitalización.

A diferencia de las economías industrializadas, donde la automatización ha reestructurado sectores como manufactura, servicios financieros y salud, en América Latina la IA se concentra en industrias extractivas y servicios digitales, profundizando la brecha tecnológica y la dependencia económica de las grandes potencias. 4 Además, la IA se usa para vigilar y controlar a los trabajadores, sin regulaciones claras. 5 En sectores como salud, retail y finanzas, los algoritmos evalúan el rendimiento laboral sin transparencia, generando despotismo digital y reduciendo la autonomía de los empleados.

Otro fenómeno es la uberización del trabajo, 6 donde plataformas digitales median la relación laboral sin garantizar derechos, ni estabilidad. Esta tendencia ha creado un proletariado digital sujeto a la arbitrariedad algorítmica y la competencia global sin protecciones estatales. La digitalización avanza más rápido que las políticas públicas y genera dilemas éticos sobre lo que está permitido hacer con la IA. Un ejemplo es el caso del locutor argentino Alejandro Graue,7 reemplazado por una voz generada por IA en un proyecto de doblaje. Esto evidencia cómo la tecnología impacta incluso en actividades artísticas y plantea preguntas sobre la protección del trabajo humano frente a la automatización.

A pesar de las proyecciones alarmistas, la IA no buscaría eliminar el trabajo humano, sino optimizar tareas repetitivas y mejorar la eficiencia. Sin embargo, su verdadero valor agregado, sigue dependiendo de la creatividad, el juicio crítico y la toma de decisiones humanas.

La adopción de IA en la región profundiza dependencias tecnológicas, económicas y culturales, perpetuando un modelo colonial de más de 500 años. No obstante, la economista Sofía Scasserra sostiene que esta dependencia no es un destino inevitable. 8 Casos como DeepSeek desafían la narrativa de que sólo las grandes potencias pueden desarrollar IA, demostrando que existen alternativas con menor inversión. 9

Asimismo, existen iniciativas regionales que evidencian la posibilidad de tecnologías soberanas. En Argentina, el portal Data Género 10 aplica análisis de datos con perspectiva de género para influir en políticas públicas, mientras que, en Uruguay, ILDA trabaja en tecnología y derechos humanos. Estos ejemplos sugieren que la soberanía tecnológica no es un ideal inalcanzable, sino una opción viable.

Sin embargo, el verdadero desafío es integrar los esfuerzos regionales para construir un modelo tecnológico propio. La digitalización plantea una encrucijada: innovar bajo los términos impuestos por las grandes corporaciones o desarrollar tecnologías autónomas. La clave es definir un modelo de IA que no replique los esquemas de dependencia histórica.

Las barreras para la soberanía tecnológica en América Latina no son exclusivamente externas. Factores internos, como la inestabilidad política, la debilidad institucional, la brecha digital y la falta de acceso a educación de calidad, obstaculizan el desarrollo tecnológico propio. La ausencia de una visión clara sobre la soberanía tecnológica impide que la región se posicione estratégicamente en el escenario global.

Mientras las potencias tecnológicas compiten por el dominio de la IA, América Latina tiene la oportunidad de definir su propia agenda. No se trata sólo de crear tecnología, sino de establecer cómo y para qué se desarrolla, evitando repetir patrones de dependencia económica y política.

La IA no puede analizarse como un proceso meramente técnico, sino como parte de las tensiones del capitalismo contemporáneo. La tecnología amplifica desigualdades preexistentes, refuerza la concentración de poder y redefine la relación entre capital y trabajo, requiriendo un análisis crítico y multidimensional.

El avance de la IA ha superado la capacidad regulatoria de los Estados. En América Latina, no existen marcos jurídicos robustos que obliguen a las empresas a operar con responsabilidad. El vacío normativo permite que las corporaciones tecnológicas impongan sus propias reglas sin supervisión ni control, como advierte Sofía Scasserra.11

Sin embargo, la IA no es en sí misma el problema, sino el uso antiético que se le da. Se emplea para flexibilizar el empleo, tercerizar responsabilidades y maximizar ganancias sin considerar las implicancias sociales. Los Estados han fallado en diseñar políticas que permitan a los trabajadores aprovechar la IA en su beneficio, dejando que la adaptación sea un esfuerzo individual.

Esta situación ha generado una nueva brecha digital, no sólo entre generaciones, sino dentro de una misma. Algunos trabajadores utilizan la IA para mejorar su productividad, mientras que otros quedan rezagados por falta de acceso o conocimiento.

No se puede responsabilizar a la IA por la crisis del empleo, como tampoco lo fueron en su momento la máquina de vapor o las fábricas. El problema radica en la falta de regulación y en el dominio de la tecnología por parte de grandes corporaciones que priorizan el lucro sobre los derechos laborales.

Para avanzar, es fundamental democratizar el acceso a la tecnología, regular el impacto laboral de los algoritmos y fomentar la soberanía tecnológica en la región. La IA no debe verse como un ente con capacidad de agencia, sino como una herramienta que, con una gobernanza adecuada, puede contribuir a un mercado laboral más equitativo y sostenible.

Footnotes

  1. DeepSeek fue fundada por High-Flyer, una firma china de comercio bursátil en el negocio de crear tecnologías de IA similares al chatbot ChatGPT de OpenAI o al Gemini de Google.

  2. Es un chatbot que utiliza IA para responder preguntas y realizar tareas. Fue desarrollado por OpenAI, una empresa estadounidense de investigación en IA.

  3. En su libro Capitalismo de plataformas, Nick Srnicek establece un marco para comprender las novedades de empresas como Google, Amazon y Alibaba, así como las nuevas tendencias que en nuestras economías generan las plataformas digitales. Su investigación actual continúa este enfoque al examinar la economía política de la IA y analizar cómo más allá de la automatización la IA afectará la dinámica de poder del capitalismo contemporáneo.

  4. Al respecto, ver: Policy Brief: Generative AI, Jobs, and Policy Response

  5. Al respecto, ver: La explotación laboral detrás de la Inteligencia Artificial

  6. El concepto se popularizó a mediados de la década de 2010 y hace referencia al impacto de plataformas digitales como Uber en el mercado laboral, caracterizado por la precarización, la falta de derechos laborales y la fragmentación del trabajo en tareas independientes. No hay un único autor que haya acuñado el término.

  7. El actor argentino sustituido por la inteligencia artificial: "Sentí miedo por mi futuro". En Euronews, 13 de abril de 2024

  8. Consultar: Feldfeber, Scasserra y Dinegro alertan por la irrupción de la IA en la fuerza laboral. En Otra Mirada, el 6 de febrero de 2025

  9. Ver mi columna Estados Unidos y China: la disputa tecnológica y sus implicaciones globales, publicada en Otra Mirada el 13 de febrero de 2025

  10. DataGénero . Observatorio de Datos con Perspectiva de Género.

  11. La desigualdad automatizada. Industrialización, exclusión y colonialismo digital. Artículo de Sofía Scasserra publicado en Nueva Sociedad, edición Nº 294, julio-agosto de 2021.

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