Tres rostros, una tragedia
En poco más de medio siglo hemos pasado del "viejo orden" al nuevo desorden, una suerte de división en tres mundos que pese a estar aparentemente separados están conectados: el formal, el informal y el ilegal. O quizá es un mismo mundo con tres rostros distintos que la política se muestra incapaz de entender.
Ilustración: "Tres rostros, una tragedia" x @jotailustra
CONTENIDO
PRESENTACIÓN
Para tratar de entender a un país que vive en crisis, o de crisis en crisis, que no es lo mismo, pero es igual, preguntémonos si el proceso de ocupación que hace una población del espacio en el que vive, es también una suerte de espejo de lo que ha sido en el pasado, de lo que es en el presente y de lo que será en el futuro.
En realidad, ocupar un espacio es una manera de relacionarse con la naturaleza y el ambiente, con los otros que conviven en ese mismo espacio. Construir un país implica también construir un espacio para vivir, se supone que juntos: por eso creamos una cultura, una economía y una política, como también nuestras formas de sociabilidad, es decir, como miramos y valoramos al otro y a lo diverso.
Y si bien antes de la llegada del conquistador y colonizador existieron otros espacios, como también otros pueblos, el actual, nuestro país, fue una herencia colonial -llamada también "heredad territorial"- cuyos límites con nuestros vecinos no solo eran “borrosos” sino también codiciados por ellos; y que para un sector de las élites esa herencia debería ser siendo colonial. Por eso José Carlos Mariátegui se quejaba de que nuestro país no lo construyeron pioneros sino los “herederos de los encomenderos”. La continuidad espacial era también una continuidad histórica social.
Es en los años sesenta del siglo pasado cuando el espacio nacional cambió gracias a las migraciones de años anteriores y al proceso militar velasquista que, con su reforma agraria, entre otras medidas, liberó a millones de peruanos de la servidumbre. No es extraño que términos como “cholo” (Aníbal Quijano), “desborde popular” (José Matos Mar), “conquistadores de un nuevo mundo” (Carlos Iván Degregori), “informales, emprendedores” (Hernando de Soto), “la otra modernidad, la plebe urbana y el alumbramiento plebeyo” (Carlos Franco), entre otros, vayan de la mano con la aparición de nuevos espacios y sujetos, es decir de un “nuevo orden”.
Sin embargo, ese “nuevo orden” anunciado se viene transformando en un “nuevo desorden” como consecuencia de un capitalismo débil y extractivista, de una élite reaccionaria, y como se dice ahora “argollera”, de una cultura de postal y una sociabilidad fundada en la supervivencia del racismo.
Hoy ese nuevo desorden es la división del espacio en tres mundos que pese a estar aparentemente separados están conectados: el formal, el informal y el ilegal, que han creado, como afirma Francisco Durand, una burguesía formal, otra informal y, por último, una criminal. Es un mundo con tres caras o tres rostros distintos que la política se muestra incapaz de entender. Este número 10 de Quehacer está dedicado, por ello, a esta última economía: la criminal. Por eso podemos encontrar artículos sobre el narcotráfico, la minería ilegal, la trata de personas, la tala de bosques y las invasiones de terrenos, así como una entrevista sobre lo que hoy vivimos a ese gran sociólogo y amigo de DESCO, Francisco Durand. Todos ellos “grandes negocios” que redefinen nuestro espacio y también nuestra sociedad. No es extraño, en este contexto, que la política aparezca, como señala Eduardo Ballón, no solo como “la cuadratura del círculo” sino también como un nuevo espacio “ocupado” por esta nueva economía que ya tiene varias décadas de desarrollo.
A ellos se suman textos sobre la derecha electoral francesa, la Colombia postelectoral, el aborto en Estados Unidos y las protestas en Ecuador. Asimismo, artículos acerca de las crisis agraria y alimentaria, sobre el regreso a clases luego de la pandemia; también sobre el teatro peruano, el impacto cultural del neoliberalismo y como siempre una sección dedicada a comentar distintos libros y nuevas publicaciones.
Junto con agradecer, como siempre, a las y los colaboradores de este número 10 de Quehacer, también les pedimos disculpas a ellos y ellas como a nuestros lectores por el retraso en la publicación. Hecho, no está demás decirlo y prometerlo, que es excepcional y que estamos decididos a corregir en el siguiente número.
Setiembre 2021
El Director